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Sobre la Percepción Pública de la Corrupción y el Rol del Estado


El equilibrio entre libertad y seguridad no es fácil de alcanzar, pero es crucial para la estabilidad social. Las reflexiones filosóficas sobre la justicia, el poder y la corrupción nos ayudan a comprender que un sistema legal que se percibe como corrupto o injusto no puede sostener una paz duradera. Las reformas ante este tipo de situaciones deben enfocarse no solo en endurecer las leyes, sino en restaurar la confianza de los ciudadanos en que el Estado puede protegerlos, sin sacrificar los principios básicos de derechos humanos y justicia.

La lucha contra el crimen organizado y las mafias en Perú es, en última instancia, una batalla por la legitimidad y el fortalecimiento del Estado, un objetivo que solo puede alcanzarse a través de instituciones transparentes, justas y comprometidas con el bienestar de todos.


Justicia, Seguridad y la Corrupción en el Perú: Un Análisis Filosófico sobre la Percepción Pública y el Rol del Estado

Por: Límberg Chero

La lucha contra la delincuencia organizada y la percepción de corrupción en el sistema judicial y policial son temas que preocupan a la ciudadanía en Perú. Desde una perspectiva filosófica, este escenario nos obliga a reflexionar sobre la relación entre el Estado, la seguridad y la justicia, poniendo en debate los conceptos de libertad individual, protección social y confianza institucional. Las recientes oleadas de criminalidad, el cobro de cupos y el sicariato han expuesto la fragilidad de las instituciones, agravando la percepción de que el sistema favorece más a los criminales que a los ciudadanos.

Libertad vs. Seguridad: Un Dilema Filosófico

En el corazón de esta discusión está el eterno debate entre la libertad individual y la seguridad pública. El filósofo inglés John Locke defendía que la principal función del gobierno es proteger los derechos naturales de los ciudadanos, incluyendo la vida, la libertad y la propiedad. Sin embargo, el contexto actual en Perú, con la creciente influencia de mafias que extorsionan a comerciantes informales y controlan territorios como Gamarra y Trujillo​, plantea si es necesario limitar algunas libertades para garantizar la seguridad colectiva.

En contraste, Thomas Hobbes justificaba que, para evitar el caos social (el "estado de naturaleza"), el Estado tiene el monopolio de la violencia y puede restringir libertades para garantizar el orden. El enfoque hobbesiano parece resonar con las demandas actuales de seguridad en Perú, donde la opinión pública clama por un Estado más firme que enfrente a las mafias y al crimen organizado. Sin embargo, esta firmeza debe balancearse cuidadosamente con los derechos fundamentales de los individuos para no caer en abusos.

Percepción de Impunidad: ¿El Sistema Judicial Protege a los Criminales?

Uno de los mayores desafíos en la percepción pública es que las leyes parecen favorecer a los criminales, otorgándoles derechos cuando estos no respetan los de los demás. Este sentimiento se intensifica cuando los policías enfrentan procesos judiciales por actuar en defensa de la sociedad, como en los casos en los que matan a criminales y son sancionados. Esta situación genera una inhibición en la acción policial, debilitando la capacidad del Estado para combatir el crimen.

Filosóficamente, este fenómeno puede ser analizado desde la justicia retributiva. Según este concepto, la justicia debe castigar proporcionalmente a quienes violan las leyes. Pero en Perú, la percepción de que los delincuentes son tratados con más indulgencia que las víctimas ha generado desconfianza en las instituciones. Desde el enfoque de John Stuart Mill, el utilitarismo sugiere que las leyes deben maximizar el bienestar colectivo. Si la mayoría percibe que las leyes están fallando, el sistema necesita una revisión para asegurar que los derechos y la justicia se apliquen de manera equitativa.

La Corrupción: Un Obstáculo para la Justicia y la Seguridad

El problema más crítico es la percepción de que tanto el sistema judicial como la policía están corrompidos​(. Esta percepción erosiona la confianza pública y crea un ciclo de impunidad. Desde la filosofía de Jean-Jacques Rousseau, el contrato social es claro: el Estado debe proteger a los ciudadanos, quienes a su vez le otorgan el poder para gobernar. Sin embargo, cuando el gobierno y sus instituciones no cumplen con este mandato debido a la corrupción, el contrato social se rompe, y los ciudadanos pierden la confianza en la justicia.

La corrupción en la policía, especialmente la colusión con bandas criminales, refuerza este círculo vicioso. La ciudadanía se siente desprotegida y abandonada, y las mafias se fortalecen. Esta situación se agrava cuando el Estado no logra garantizar el cumplimiento de la ley de manera efectiva, alimentando aún más la desconfianza pública.

La Solución: Transparencia y Reformas Institucionales

Una posible salida a este dilema es trabajar hacia un Estado más transparente y eficiente en su lucha contra el crimen y la corrupción. Según la teoría de la justicia de John Rawls, las instituciones deben ser percibidas como justas para que la sociedad las acepte y respete. Esto implica que el gobierno debe reforzar la rendición de cuentas, implementar reformas judiciales y policiales profundas, y garantizar que los derechos humanos sean respetados sin sacrificar la seguridad pública.

En la práctica, esto puede lograrse mediante:

  1. Fortalecimiento de la inteligencia policial para desarticular redes criminales sin depender de una respuesta represiva desproporcionada
  2. Reformas en el sistema judicial que hagan más eficiente y justa la aplicación de la ley, castigando a los criminales de manera rápida y equitativa.
  3. Revisión de las leyes sobre el uso de la fuerza por parte de la policía, de modo que los agentes tengan la confianza de actuar sin temor a represalias judiciales desproporcionadas, siempre dentro de los márgenes legales.


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