SEMANA SANTA: DEL DOMINGO DE RAMOS A LA RESURRECCIÓN.
Por: Límberg Chero. 18 de abril de 2025
SEMANA SANTA: DEL DOMINGO DE RAMOS A LA RESURRECCIÓN.
Por: Límberg Chero. 18 de abril de 2025
La figura de Jesús de Nazaret, al margen de su carácter religioso, ha sido objeto de análisis histórico, sociológico y cultural durante siglos. La Semana Santa condensa los episodios más decisivos de su vida pública, y su reconstrucción, más allá del ámbito teológico, permite comprender los mecanismos de legitimación de poder, ruptura simbólica y transformación cultural que su figura encarnó.
A continuación comparto una reflexión de cada día de la Semana Santa.
Domingo de Ramos: Entrada mesiánica y confrontación de símbolos.
La entrada de Jesús en Jerusalén, montado en un humilde asno, resuena con la profecía de Zacarías (Zac 9,9), pero en el efervescente contexto político y social de la Pascua bajo la ocupación romana, adquiere múltiples capas de significado. Para muchos judíos, la Pascua conmemoraba la liberación de la esclavitud en Egipto, alimentando esperanzas de una nueva liberación mesiánica, posiblemente de la opresión romana. Sin embargo, las expectativas sobre la naturaleza de este Mesías variaban enormemente. Algunos esperaban un líder militar que expulsara a los romanos, como los zelotes, mientras que otros se centraban en una restauración espiritual y religiosa de Israel. La aclamación popular con hojas de palma, símbolo de victoria y realeza, pudo haber sido interpretada por las autoridades romanas y la élite religiosa como una potencial insurrección.
La elección del asno por parte de Jesús contrasta directamente con la imaginería de las entradas triunfales romanas. Los generales victoriosos desfilaban por Jerusalén en imponentes carros tirados por caballos, exhibiendo su poderío militar. La humildad del asno, por lo tanto, subvierte los símbolos de poder terrenal, presentando un tipo de realeza diferente, una que no se basa en la fuerza bruta sino en la humildad y el servicio. Esta acción mesiánica simbólica, en el corazón del poder religioso y bajo la atenta mirada del poder imperial, establece desde el inicio una confrontación de símbolos y una visión alternativa del liderazgo.
Lunes Santo: Ataque al sistema económico-templario.
La expulsión de los mercaderes del Templo trasciende una mera purificación espiritual; constituye una denuncia radical del sistema económico intrínsecamente ligado a las prácticas culturales del Templo de Jerusalén. Este sistema, controlado por las autoridades saduceas, permitía el intercambio de monedas romanas "impuras" por monedas locales aceptadas para los sacrificios y la venta de animales a precios inflados. Esto generaba considerables ganancias para la élite sacerdotal y los comerciantes asociados, creando un sistema de explotación económica dentro del espacio sagrado. La acción de Jesús, al interrumpir este flujo comercial, desafía directamente el poder económico y la autoridad de quienes se beneficiaban de él, alterando un delicado equilibrio entre las autoridades y la población, que a menudo se sentía oprimida por estas prácticas.
Esta acción también se alinea con profecías del Antiguo Testamento sobre la purificación del Templo, como la de Malaquías (Mal 3:1-4), que habla de un mensajero que purificará el templo de la corrupción. Al citar Isaías ("Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones", Is 56,7) y Jeremías ("¿Se ha convertido esta casa, que es llamada por mi nombre, en una cueva de ladrones ante vuestros propios ojos?", Jer 7,11), Jesús se presenta como el agente de esta purificación profetizada, reclamando la verdadera función del Templo como un lugar de encuentro con Dios para todos.
Martes Santo: Autoridad y contra-discurso.
Jesús utiliza el espacio del Templo no solo para confrontar, sino para instruir con una autoridad que asombraba a sus oyentes (Mc 11,18). Las parábolas que pronuncia, como la de los viñadores homicidas (Mc 12, 1-12), no son meras ilustraciones, sino poderosas alegorías incrustadas en el género de la sátira profética. Este género buscaba despertar la conciencia del oyente a través de narrativas que exponían la injusticia y la corrupción de manera velada pero inconfundible. La parábola de los viñadores, por ejemplo, era una crítica directa al liderazgo religioso corrupto que se había apropiado de la "viña" de Dios y rechazaba a sus enviados, anticipando su rechazo final del Hijo.
La autoridad con la que Jesús enseña no es derivada ni aprendida; emana de su propia conciencia de filiación divina. Su afirmación "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35) subraya la naturaleza eterna y trascendente de su enseñanza, contrastando con la temporalidad de las estructuras de poder terrenales. Las reacciones de las autoridades ante este contra-discurso fueron de creciente hostilidad y temor, reconociendo la amenaza que representaba su influencia sobre el pueblo. Comenzaron a deliberar sobre cómo silenciarlo, viendo en su autoridad una peligrosa afrenta a su propio poder e interpretación de la ley.
Miércoles Santo: Pacto de traición y estructuras de poder.
La figura de Judas Iscariote es compleja y sus motivaciones han sido objeto de diversas interpretaciones a lo largo de la historia. Si bien la tradición teológica lo presenta como el traidor movido por la codicia (Mt 26,15), algunas perspectivas sugieren otras posibles motivaciones. ¿Pudo haber estado desilusionado con el tipo de mesianismo de Jesús, esperando un líder político más activo contra Roma? ¿Intentó forzar una confrontación con las autoridades para precipitar la manifestación de su poder? Más allá de sus motivaciones individuales, su acto se inserta en una compleja red de estructuras de poder y tensiones políticas y religiosas. La élite sacerdotal buscaba una manera de arrestar a Jesús discretamente para evitar un levantamiento popular, y la traición de Judas les ofrecía la oportunidad.
En contraste con la oscuridad de la traición, la unción de Jesús en Betania por una mujer (a menudo identificada con María, la hermana de Lázaro) adquiere un significado especial (Mt 26:6-13). Este acto de profunda devoción y reconocimiento de su identidad mesiánica y su inminente muerte contrasta fuertemente con la traición que se gesta en paralelo. La generosidad y la comprensión de esta mujer resaltan la incomprensión y la mezquindad de Judas, ofreciendo un contrapunto conmovedor en este día de transición.
Jueves Santo: Institución ritual, presencia real y servicio.
La Última Cena, celebrada en el contexto de la Pascua judía (Pésaj), adquiere una nueva dimensión con la institución de la Eucaristía. La cena de Pascua conmemoraba la liberación de la esclavitud en Egipto a través de la comida ritual del cordero pascual, el pan sin levadura y el vino. Jesús resignifica estos elementos, identificando el pan con su Cuerpo que será entregado y el vino con su Sangre que será derramada para el perdón de los pecados, estableciendo una nueva alianza entre Dios y la humanidad centrada en su sacrificio. Los elementos centrales de la Pascua judía se mantienen, pero su significado se transforma a la luz de la inminente muerte y resurrección de Jesús.
El lavatorio de pies, un acto de humildad radical en una sociedad donde incluso los esclavos a menudo se negaban a lavar los pies de sus amos, desafía las normas sociales y redefine la autoridad dentro de la comunidad de seguidores de Jesús. Al realizar este servicio, Jesús no solo da un ejemplo de humildad, sino que establece un nuevo paradigma de liderazgo basado en el servicio mutuo ("Porque les he puesto el ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes", Jn 13,15). En Getsemaní, la plena humanidad de Jesús se revela en su angustia ante la perspectiva del sufrimiento y la muerte. Sin embargo, su oración ("No se haga mi voluntad, sino la tuya", Lc 22,42) reafirma su obediencia a la voluntad del Padre, incluso en medio de la más profunda aflicción.
Viernes Santo: Redención mediante la cruz
El proceso judicial contra Jesús revela una serie de irregularidades tanto desde la perspectiva del derecho judío como del romano. Según las leyes judías, los juicios capitales debían celebrarse de día y no en vísperas de una festividad importante como la Pascua. Además, el Sanedrín no tenía la autoridad para ejecutar la pena de muerte bajo la ocupación romana, lo que obligó a llevar a Jesús ante el gobernador romano Poncio Pilato.
Desde la perspectiva romana, el juicio también presenta inconsistencias. Pilato parece dudar de la culpabilidad de Jesús, intentando liberarlo a través de la tradición de liberar a un prisionero en Pascua. Sin embargo, presionado por la élite religiosa y el temor a una revuelta popular, cede y lo condena a la crucifixión, un castigo romano reservado para criminales y subversivos, no para delitos religiosos internos. La inscripción "Rey de los Judíos" colocada en la cruz tenía una clara intención política, burlándose de cualquier aspiración mesiánica y advirtiendo contra cualquier intento de rebelión contra el Imperio Romano.
Las tradicionalmente llamadas "siete palabras" de Jesús en la cruz ("Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"; "Hoy estarás conmigo en el paraíso"; 1 "Mujer, ahí tienes a tu hijo... Ahí tienes a tu madre"; "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"; "Tengo sed"; "Todo está cumplido"; "Padre, en 2 tus manos encomiendo mi espíritu") 3 profundizan en su sufrimiento, su amor, su sentido de abandono y su confianza final en el Padre, ofreciendo una profunda meditación sobre la naturaleza del sacrificio redentor.
Sábado Santo: Espera pascual y descenso al abismo
El Sábado Santo es un día de silencio y profunda espera para la Iglesia. La doctrina del "descenso a los infiernos", presente en el Credo de los Apóstoles, ha sido interpretada de diversas maneras teológicamente. Algunas interpretaciones sugieren que Jesús descendió al lugar de los muertos (el Sheol judío o el Hades griego) para liberar a las almas justas que esperaban la redención, abriendo las puertas del cielo. Otras interpretaciones enfatizan la solidaridad total de Cristo con la condición humana, experimentando incluso la profundidad de la muerte y la separación de Dios. Este descenso simboliza la extensión de la redención a todos los ámbitos de la existencia, incluso a la muerte misma.
Litúrgicamente, el silencio del Sábado Santo contrasta con la alegría del Domingo de Resurrección. Es una espera tensa, cargada de duelo por la muerte de Jesús, pero también de una creciente esperanza en la promesa de su resurrección. La ausencia física de Jesús se convierte en un preludio necesario para la plenitud de su presencia resucitada. Es un día de misterio, donde la aparente derrota se transforma silenciosamente en la victoria venidera.
Domingo de Resurrección: Victoria de la vida
La resurrección de Jesús no es simplemente un retorno a la vida terrenal; es la irrupción de una nueva forma de existencia, gloriosa, incorruptible y trascendente. Los diferentes relatos evangélicos sobre los encuentros con el Resucitado (María Magdalena, los discípulos en el camino de Emaús, los apóstoles reunidos) ofrecen múltiples testimonios de este evento fundacional de la fe cristiana. La resurrección se presenta como la prueba definitiva de la divinidad de Jesús, la validación de todas sus enseñanzas y la promesa de la resurrección para quienes creen en él ("Así como todos mueren en Adán, también en Cristo todos serán vivificados", 1 Cor 15,22).
El impacto de la resurrección en los seguidores de Jesús fue transformador. Pasaron de ser un grupo de discípulos atemorizados y desilusionados tras la crucifixión a convertirse en testigos audaces y fervientes del Evangelio, dispuestos incluso a dar su vida por su fe. La resurrección inauguró un tiempo nuevo, donde la muerte, el último enemigo, ha sido vencida y se abre la promesa de la vida eterna para todos los creyentes. La Pascua se convierte así en la celebración central del cristianismo, un recordatorio constante de la victoria de la vida sobre la muerte y la esperanza que reside en la fe en Cristo resucitado.
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Este análisis integra contenidos de la Biblia y de los libros de Luis Antequera: “Historia desconocida de la pasión de Cristo” y “Crucifixión. Orígenes e historia del suplicio”, además de fuentes canónicas, literatura rabínica, estudios históricos, exégesis contemporánea y el Magisterio de la Iglesia Católica.
Referencias bibliográficas (formato APA)
Antequera, L. (2019). Historia desconocida de la pasión de Cristo. Ediciones Áltera.
Antequera, L. (2020). Crucifixión. Orígenes e historia del suplicio. Ediciones Áltera.
Biblia de Jerusalén. (1998). Edición latinoamericana. Desclée de Brouwer.
Catecismo de la Iglesia Católica. (1997). Libreria Editrice Vaticana.
Flavio Josefo. (2003). Antigüedades judías (trans. M. D. F. Martínez). Editorial Gredos.
Suetonio. (2001). Vida de los doce césares (trans. A. García Moreno). Alianza Editorial.
Tácito. (2006). Anales (trans. J. G. Montes Cala). Gredos.
San Pablo. (s.f.). Epístola a los Corintios, en La Sagrada Biblia.
Zacarías. (s.f.). Profecías, en La Sagrada Biblia.
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