En el año 2023, se prevé un crecimiento económico de menos del 1%. Este sombrío panorama se traduce en desempleo, informalidad laboral, desnutrición y una serie de condiciones de base que amenazan con intensificar la violencia urbana, la radicalización y el auge del crimen organizado a nivel internacional. La mera idea de conformarnos con un crecimiento del 1% resulta insuficiente cuando en realidad necesitamos un crecimiento del 4% para prosperar. Es evidente que hemos llegado al fin de un ciclo de bonanza económica. Aquellos que argumentan que es posible reactivar la inversión privada de manera rápida desconocen la realidad. Tenemos la amenaza constante de un futuro incierto, donde muchos en el extranjero temen que en las elecciones de 2026 elegiremos a alguien aún menos favorable para la estabilidad económica, incluso a alguien con propensiones a la expropiación de recursos fundamentales. Durante tres décadas, hemos tomado decisiones poco acertadas. La culpa recae en nosotros como s...